En fin, dejémonos de charlatanería política, que si gastamos todos los cartuchos no tendremos nada de que hablar en los bares este fin de semana. No hay nada más aburrido que estar todos de acuerdo. Si al menos Ali Khamenei y mil salafistas leyeran mi blog, sería divertido hablar del tema de las caricaturas y poder polemizar. Permitámonos el raro lujo de ser pedantes, y volvamos al mundo de aquellos a los que Erato coronó con mirtos y rosas, que es mucho más interesante. Copio un poema de Edmund Spenser, el introductor del soneto en Inglaterra (s. XVI). Es un inglés algo antiguo, así que haré una traducción literal, sin respetar el ritmo o la rima y sin intentar darle un regustillo arcaico, que cuando uno se pone a sustituir "pero" por "mas" y a hablar de desaguisados y lisonjas, suena falso y mal. Si queréis haceros una idea, yo diría que este poeta les debe sonar a los ingleses como a nosotros Garcilaso (del que fue contemporáneo). Se admiten todo tipo de sugerencias para mejorar la traducción.
Me gusta mucho el poema, creo que es el más antiguo que conozco que describa eso que hemos hecho tantos enamorados adolescentes: escribir en la arena de una playa en bajamar el nombre de la persona amada, y ver cómo se los lleva el mar. Me acuerdo de aquel bolero que dice "si las olas del mar te dijeran, las veces que escrito tu nombre en la arena..."
One day I wrote her name upon the strand,
but came the waves and washèd it away:
agayne I wrote it with a second hand,
but came the tyde, and made my paynes his pray.
Vayne man, sayd she, that doest in vaine assay,
a mortall thing so to immortalize,
for I my selve shall lyke to this decay,
and eek my name bee wypèd out lykewize.
Not so, (quod I) let baser things devize
to dy in dust, but you shall live by fame:
my verse your vertues rare shall eternize,
and in the hevens wryte your glorious name.
Where whenas death shall all the world subdew,
our love shall live, and later life renew.
Primer boceto de traducción:Un día escribí su nombre sobre la playa
pero vinieron las olas y se lo llevaron,
de nuevo lo escribí, con una segunda mano,
pero vino la marea, y de mis cuidados hizo presa.
Hombre vano, dijo ella, que en vano tratas,
cosa mortal de esta manera inmortalizar,
pues yo, así mismo, decaeré,
y también mi nombre será borrado igualmente.
No así (dije yo), dejemos que cosas más impuras se dispongan
a morir en polvo, pero tú vivirás en la fama:
tus virtudes preciosas, hará mi verso eternas,
y en los cielos escribirá tu glorioso nombre.
Cuando la muerte a todo el mundo subyugue
nuestro amor vivirá, y luego hará brotar la vida.